En un cambio significativo de política, varios países europeos han decidido aumentar su inversión en defensa ante la presión de Estados Unidos y la OTAN. Tradicionalmente, EEUU ha asumido gran parte del costo asociado con la seguridad global; sin embargo, bajo la administración Trump, se instó a los aliados europeos a asumir más responsabilidad financiera en este ámbito. En respuesta, naciones como Alemania, Francia, Italia y España han anunciado planes para incrementar sus presupuestos militares, aproximándose al 2% del PIB recomendado por la OTAN, aunque algunos objetivos más ambiciosos alcanzan hasta el 3%. Este movimiento no solo refleja una reconfiguración geopolítica, sino también un impacto económico considerable que podría influir en las economías nacionales.
La decisión de incrementar el gasto militar surge en un contexto de creciente inseguridad internacional. Países como Francia lideran esta tendencia, con el presidente Emmanuel Macron comprometido a elevar la inversión hasta el 3,5% del PIB para fortalecer la seguridad nacional. Alemania, históricamente reacia a grandes inversiones militares debido a restricciones constitucionales, modificó su marco legal para permitir un plan excepcional de 500.000 millones de euros destinados tanto a infraestructuras como a defensa. Mientras tanto, España e Italia han seguido estos pasos, aunque con menos detalle en las cifras específicas. Estas medidas coinciden con expectativas de analistas financieros, quienes anticipan un crecimiento económico derivado de estas inversiones, además de un posible aumento en las acciones de empresas relacionadas con la industria de defensa.
El sector de defensa europeo ha experimentado un notable auge en los mercados bursátiles desde el inicio del conflicto armado en Ucrania. Empresas como la alemana Rheinmetall han visto ganancias superiores al 1.300%, mientras que otras firmas, incluyendo SAAB, Leonardo, Dassault Aviation y Thales, también han registrado sólidos rendimientos. A pesar de esto, algunos inversores consideran que es momento de reducir posiciones, argumentando que ciertas compañías podrían beneficiarse aún más con el cese del conflicto. Por ejemplo, la británica Babcock podría obtener mayores ingresos si retoma negociaciones previas con el gobierno ucraniano para gestionar su flota naval.
Otras compañías, como Indra en España, mantienen fuertes perspectivas de crecimiento. Según Bestinver, el negocio de defensa de Indra sigue generando efectivo significativamente, lo que sugiere que el mejor desempeño de la empresa está por venir. En general, el panorama muestra una convergencia entre gigantes estadounidenses y europeos en términos de capitalización de mercado, aunque con dinámicas diferentes en cuanto a su evolución reciente.
Este ajuste en las prioridades fiscales de Europa marca un punto de inflexión clave en las relaciones transatlánticas. A medida que los países continúan adaptándose a nuevas realidades económicas y geopolíticas, queda claro que el fortalecimiento de capacidades defensivas será una constante en los próximos años. Este enfoque no solo busca garantizar la seguridad regional, sino también impulsar desarrollos tecnológicos y económicos fundamentales para el futuro del continente.